miércoles, 18 de julio de 2007

El Rincon de Ozzi: "El Sidecar"


Segunda entrega de este personaje sin igual. En este caso, con una anécdota poco conocida por la parcialidad obrasanitariense (¿?). Pero imperdible por su inverisimilitud con la realidad del protagonista de este posteo.

Como todos sabemos, el 2002 para todos los argentinos fue un año durísimo. Sobre todo en materia económica. Pocos se podían dar el lujo de progresar comprándose algún objeto para mejorar su bienestar.

Y justamente, a quién suscribe, se le hacía muy difícil volver a su casa rápido después de los entrenamientos de los jueves, ya que después de transpirar la camiseta (¿?) estaba el consuelo de alguna buena comilona en el rancho. Y uno no se podía ir. Para colmo, todos los que íbamos para el mismo lado, o nos tomábamos el colectivo, o nos íbamos con un agraciado que nos acercase a algún punto de la ciudad más cercano a nuestras casas. Y la realidad indica que un día de semana, a las dos de la mañana, no es nada divertido esperar que pase el 15. Así que terminábamos en la segunda opción.

Todos sabemos que Ozzi, tiene una predisposición enorme, y más de algún jueves nos ha acercado a muchos a zonas que quizás no eran de tramo directo de su recorrido habitual. Pero lo bueno que tenía eso era que en esas charlas de automóvil, surgieron anécdotas que (si bien estaban en el mismo rincón de los recuerdos donde encontramos el momento histórico con más repercusión de los últimos tiempos) estaban esperando el instante justo para salir a flote.

Recuerdo justamente una noche después de comer un guisito en el rancho, (de esos que armaba Luis, ¡espectaculares!), que con otro integrante del plantel a quién prefiero preservar su identidad (pero es un primera línea muy querido por todos, a la espera de una operación en su rodilla, y esperando un varón), nos fuimos con Ozzi en su auto. A la altura de Av. De los Incas y Cramer, debajo del puente del ferrocarril, nos pasó una moto a gran velocidad, a lo que retruqué con un: “¡Dios mío!, ¡cómo pueden ir a semejante velocidad!” (si, ya sé, frase de viejo). En cambio, Ozzi, muy displicentemente se despachó con lo siguiente: “No gordo...., vos decís eso porque nunca anduviste en una moto a altas velocidades. En mis épocas juveniles, he recorrido las rutas argentinas de norte a sur con mi moto. Y la adrenalina que sentís es imperdible”. Tras este comentario, mi cara ya se empezaba a deformar (sobre todo mis labios), hasta que concluyó de deformarse para caer en un llanto de risa luego de que me dijera: “Pero lo más lindo de mis andanzas con la moto, era cuando los domingos, con mi señora, nos íbamos al Tren de la Costa, por supuesto, ella disfrutando del paisaje, en el SIDECAR”. ¿Se lo imaginan al Gran Ozzi en una Moto Guzzi cual soldado de la GESTAPO con su sidecar por San Isidro? Cada uno sacará sus propias conclusiones. Por lo pronto, yo lo escuché de su boca. Y soy felíz de poder compartirlo.
¡Gracias Ozzi por tus enseñanzas!”

-- Posted by el Tigre Gareca --

No hay comentarios: